Violenta Recalada a Talcahuano

Historias de Mar
Hace 70 años, cerca de la medianoche del fatídico día 24 de enero de 1939, el crucero “Blanco Encalada” de la Armada de Chile hacía su entrada al puerto de Talcahuano, cuya tripulación fue tomada por sorpresa al sentirse a bordo sucesivos remezones que hicieron pensar en un comienzo una posible colisión.

Hace 70 años cerca de la medianoche del fatídico día 24 de enero de 1939, el crucero “Blanco Encalada” de la Armada de Chile hacía su entrada al puerto de Talcahuano, cuya tripulación fue tomada por sorpresa al sentirse a bordo sucesivos remezones que hicieron pensar en un comienzo una posible colisión, pero como se perdieron de vista los faros Quiriquina y Tumbes con apagones e incendios en la ciudad, se pensó inmediatamente en una tragedia.

Ante la evidencia de una catástrofe, su comandante el Capitán de Fragata, Horacio Vío Valdivieso ordenó el alistamiento general del buque para una emergencia. Al instante se tocó llamada general y se equiparon rápidamente dos compañías de desembarco y diez oficiales en misión de ayuda. En la medida que el buque entraba en la bahía se fue apreciando la magnitud del drama resultado de un terremoto en la zona.

Una de las zonas más afectadas por el sismo fue Tomé y sus alrededores que necesitaba con urgencia asistencia de toda clase. Por este motivo la Superioridad Naval dispuso que el “Blanco Encalada” zarpara rápido hacia esa ciudad llevando a bordo materiales humanos, sanitarios y víveres en un esfuerzo supremo por ayudar y consolar a la afligida población. En el navío se hizo el pan para la población mientras se rehabilitaban las panaderías destruidas.

En esta gigantesca tarea, donde toda la ciudadanía se unió sin discriminación de credos ni ideas políticas, el centro de gravedad de la acción lo llevó la Armada. 80 oficiales y seiscientos hombres de tripulación honraron a la historia naval de Chile en esta humanitaria labor. Días más tarde llegó a Tomé el destructor “Riquelme” llevando a bordo el Presidente de la República don Pedro Aguirre Cerda, quien tuvo palabras de franca aprobación, elogios y confianza para la institución, felicitando públicamente el trabajo de sus dotaciones.

¡Gratitud para tan sobresaliente labor¡

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