Novel mártir == La tragedia del Crucero O´Higgins ==

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Novel  mártir

 == La tragedia del Crucero O´Higgins =

Con profundos sentimientos de afecto la agrupación “Contingente 59”, recuerda a uno de sus compañeros, el Grumete Hugo Alfonso Llancaleo Álvarez (QEPD), fallecido durante el lamentable accidente acaecido en el Crucero O`Higgins buque insignia de la Escuadra, que aquella fatídica medianoche del día  24 de Julio del año 1961 se encontraban en Punta Arenas cumpliendo funciones de soberanía. 

            El puerto era fustigado con furor inusitado por violento temporal. Los buques de la Escuadra habían fondeado en la bahía, capeando el temporal. Los vientos y lluvia arreciaban y el mar rugía iracundo, alzando olas de gran tamaño; la temperatura descendía abruptamente haciendo gala de su clima estepárico frío. El panorama lúgubre estaba atiborrado de negros presagios.

            Una de las embarcaciones proveniente del muelle Prat, que traían de regreso a bordo a un grupo de marinos que volvían de franco, zozobró al chocar contra la plataforma baja del portalón de estribor del Crucero “O`Higgins”, desencadenando la tragedia que terminó con la vida de 17 camaradas náuticos; entre ellos nuestro joven contingente Grumete Hugo Llancaleo Álvarez, nacido el año 1943, de tan solo 18 años de edad al momento de la tragedia.

            Junto a Pedro Onías Silva B., Sergio Millapán Treuque y otros grumetes eran dotación de dicho Crucero, pues cabe señalar que la mayoría de los grumetes que estaban distribuidos en la Escuadra y el Buque Escuela “Esmeralda”, pertenecían a la generación recién egresada, “promoción 1959” de la Escuela de Grumetes; y tuvieron que lamentar hondamente su deceso, como testigos presenciales de la tragedia.

 

 

 

 

            El contingente Sr. José Riffo Caro,  conmovido por el recuerdo, comenta que al momento del suceso se encontraba de baja en la enfermería, producto de un fuerte cuadro gripal; por tanto, se les ordenó abandonar las camas para recibir a los accidentados. Con su alma estremecida advirtió que su “Conti” y amigo Hugo Llancaleo, lo ingresaban fallecido. Fuertemente impresionado, pudo ver como su boca entreabierta estaba sellada por una fría escarcha; como un gélido testimonio que refrendaba lo hermético…, lo inescrutable; había fallecido congelado en la cubierta del “O`Higgins”, al igual que el Sargento José Lecaros Díaz (QEPD).

            Asimismo, recuerda los conmovedores gemidos de los heridos rescatados, debido a los dolorosos efectos causados por el cambio brusco de temperatura, y por consiguiente, la reactivación de la circulación de la sangre.

            También guarda el recuerdo del Grumete Sergio Millapán T., quien salvó milagrosamente de ser atrapado por el furibundo mar durante las maniobras de rescate, mientras intervenía como proel en una de las embarcaciones; a causa del gran oleaje quedó colgando – enganchado con el bichero del portalón -, debiendo ser izado de prisa a bordo.

            Aún me conmuevo con la evocación de aquel aciago día qué, siendo dotación del “Crucero Prat”, me debatía entre las turbulentas olas maniobrando como proel en una de las lanchas, durante el zafarrancho de rescate.

            Al evocar la figura de nuestro camarada Llancaleo, me regocijo en su permanente sonrisa jugueteando en los labios. Oriundo de Puerto Saavedra, en donde falleció casi la totalidad de su familia durante el terremoto de Mayo de 1960, que afecto la zona; en tanto él, permanecía en la Escuela de Grumetes, moldeando su alma marinera.

            De figura recia, como fiel exponente de la noble estirpe mapuche; aun así, sencillo, dócil y disciplinado.

            Lo paradójico fue que la fría escarcha selló prematuramente la sonrisa cálida, abierta y fácil del “joven marino bonachón”. El recuerdo aún persiste en mi mente, como el sabor del vino en la boca…, y su color, en el cristal de mi copa.

 

            Relato de Pedro Onías Silva Bustamante. Contingente 1959.

 

            Siiii, recién había llegado en el motor anterior al motor N°3. Estaba conversando con  mi compañero de litera, comentando  sobre el fuerte temporal desatado y como se movía el Crucero a la gira. De pronto la fatídica y reiterada orden de ¡¡¡Emergencia, emergencia, emergencia!!! Es Real, real, real… ¡todo el mundo concurrir a cubierta con salvavidas a socorrer náufragos del motor 3 que  se ha hundido! El llamado al zafarrancho de salvataje fue muchas veces reiterado.  Con mi compañero de litera, de inmediato calzamos y solo en pijama y toalla al cuello abandonamos el entrepuente de la 4ta. División, artillería antiaérea de 40 mm. Nos encontramos con una cubierta nevada, resbalosa y con fuertes balances…, ambiente tétrico bajo continuas precipitación de aguanieve que dolía sus impactos en nuestras caras y no dejaba ver sostenidamente. Con mi “yunta” lanzamos nuestros salvavidas personales sobre los cuerpos  semiflotantes, pasando por el costado de estribor ya con poca movilidad.

            La escena fue terrorífica, ver bajo la luz de los reflectores los reflejos de los botones dorados de capotes, chaquetones y junto a ellos muchos paquetes de compras. Con mi compañero cooperamos en sacar las balsas de salvatajes de las vecindades de las torres N° 4 y  5 y sin mediar condición alguna las lanzamos al mar, previa verificación que hubiera campo libre de náufrago en el sector de caída al mar. Asistimos a Sergio Millapán Treuque, que estaba de proel, lo tranquilizamos  y le administramos café; preguntó por su contingente Hugo Llancaleo Álvarez (Q.E.P.D).  

            Durante el urgente desplazamiento a Valparaíso, me correspondió hacer guardia permanente en el hangar de los resto de mi sargento Cuellar y de mi grumete Llancaleo, compañero de curso y un grandioso camarada. En los funerales efectuados en Valparaíso, me correspondió ser escolta de la Coruña que trasportaban los resto de nuestro susodicho común compañero.

 

            Hasta aquí relato del Sr. Pedro Onías Silva Bustamante.

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            La Armada Nacional registra múltiples tragedias similares a esta, en las que han sucumbido muchos de sus valerosos hombres durante el fiel complimiento de su deber; sin embargo, el espíritu marinero persiste incólume. Su vocación de servicio a la patria los expone permanentemente al peligro en su coexistencia con el bravío mar; aun así acepta el desafío transformándolo en la satisfacción de su esencia náutica.

            Transcurrido 57 años de esta tragedia, en que fallecieron 17 camaradas mártires: diez sargentos, tres cabos, tres marineros y un grumete; la fraternidad naval, tanto activos como en retiro, les recuerdan con respeto y afecto, revalidando cada vez con más convicción su juramento ante la bandera:

“Hasta rendir la vida si fuese necesario”.

== ARDAUC ==

 

CARLOS R. CUADRA ACUÑA

  1. PP “Contingente 59”

 

 

Santiago, Agosto de 2018

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