El día 30 de agosto de 1916, en una jornada brillante que concitó el interés de la prensa mundial y prestigió a las tripulaciones de la Armada de Chile, el Piloto Luis Pardo Villalón al mando de la Escampavía “Yelcho”, con destreza y coraje marinero, se adentró en las tenebrosas aguas antárticas en pleno invierno, para rescatar con vida a la dotación inglesa de Sir Ernest Shackleton, cuyo buque el “Endurance”, quedó atrapado en las rompientes antárticas, dejando a sus hombres en la mas completa soledad y  abandono.

Los expedicionarios, después de haber luchado tenazmente durante diez meses con la inclemencia e inhóspita naturaleza glacial, tuvieron que soportar la presión de toneladas de hielos, que en su constante deriva, aprisionaron al navío. Desesperados y acampando en témpanos, los náufragos fueron  derivando  hasta llegar a la Isla Elefantes, donde se establecieron, refugiándose en los botes situados boca abajo para cubrirse del implacable frío.

                                  Ante la desesperada situación, Shackleton  decidió partir en una embarcación hacia el norte en busca de auxilio, y al no conseguirlo en tres oportunidades, por diferentes motivos, recurrió en Punta Arenas al Almirante Joaquín Muñoz Hurtado, Director General de la Armada, quien en consulta con el Supremo Gobierno de Chile, dispuso que el Almirante Luis V. López, Jefe del Apostadero de Magallanes, comisionara un buque para emprender la arriesgada empresa.

                                   Ante la contingencia, se alistó rápidamente al escampavía “Yelcho”, que gobernada con intrepidez por una dotación de destacados marinos, se adentró en las aguas antárticas para sortear con destreza témpanos, acantilados y una espesa neblina para ubicar en medio de la bruma, a los andrajosos náufragos ingleses que fueron salvados, entre abrazos, lágrimas y  agitar de pañuelos. Todos llegaron sanos y salvos a Punta Arenas en un ambiente de júbilo general. Vaya este recuerdo. en homenaje a tan distinguidos marinos.