Vocación de héroes

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Vocación de héroes

Agosto, mes sensible…, conmemorativo. Es la fecha en que se rinde justiciero homenaje a los “Héroes de la Paz”, con motivo del naufragio de la escampavía “Janequeo”, aquella aciaga mañana del día domingo 15 de agosto de 1965, en la Caleta Lliuco, de la Bahía San Pedro.

El fallecimiento de 52 marinos y la pérdida de dos naves de nuestra Armada, más que un recuerdo entristecido, representan una epopeya que nos debe colmar de merecido orgullo.

Aquel día, el destino había congregado en dicho escenario a hombres, naves e inclemencias, para que juntos, compusieran una oda a la valentía, al honor, al coraje, al heroísmo y, – por sobre todo – al amor por los semejantes; quedando impresa esta proeza como un pergamino indeleblemente en la Catedral; también llamada Roca Campanario.

La faena de este remolcador de alta mar consistía en desvarar al patrullero “Leucotón” que yacía prisionero en un banco de arena en la playa de la Caleta Lliuco, en solo dos metros de agua; indefenso ante el furibundo ataque del encrespado mar que lo había arrojado a esa trampa.

 

Por sobre la consternación que causó esta tragedia, prevalece el gran aporte valórico que significó para nuestra Armada Nacional, este acto heroico de todos sus tripulantes, que lucharon con bravura contra las inclemencias del tiempo para preservar el patrimonio que se le es confiado.

Resaltaron dos hombres de mar, constituidos en los “Héroes de la Paz”: nuestro contingente, el Marinero Mario Fuentealba Recabarren y el Cabo  Leopoldo Odger Flores; quienes ofrendaron sus vidas en sacrificio al acudir en rescate de sus camaradas de armas; enfrentando con decisión y valentía sin igual el desenfreno de una mar iracunda, al verse enfrentada con tanta intrepidez por tan resueltos marinos.

 

Del mismo modo, como ha sido históricamente concebido en nuestra Armada,  se distinguen en esta acción el CF. Sr. Claudio Hemmerdinger L., Jefe de la partida de salvataje, y el Comandante de la “Janequeo”, el CC. Sr. Marcelo Léniz B., quienes enfrentaron valientemente la adversidad que el destino les impuso, permaneciendo firmemente al mando de su abnegada tripulación, hasta consumarse la tragedia.

En aquel epopéyico evento, tanto nuestros “héroes de la paz”, como los mártires y sobrevivientes, emularon a aquellos legendarios guerreros, cumpliendo fielmente con su deber juramentado ante nuestra bandera, privilegiando la lealtad y el honor castrense, puestas al servicio de nuestra venerada Armada Nacional; que respetaron hasta las últimas consecuencias.

 

 

En una cripta oteando el mar – en la Escuela de Grumetes -, forjadora de futuros marinos, permanecen los restos mortales de nuestros héroes,  recordando a sus aprendices que la lealtad, el deber, el honor y – por sobre todo -, el amor a la patria, deben estar esculpido en los corazones de todo hombre de mar.

Nuestro reconocimiento, respeto, admiración y merecido homenaje a nuestros héroes, mártires y sobrevivientes, quienes refrendan la valentía proverbial de nuestros marinos, cincelando sus nombres con valor e intrepidez en nuestra historia patria.

 

== ARDAUC ==

 

CARLOS R. CUADRA ACUÑA

RR.PP. “Contingente 59”

 

Santiago, agosto de 2019

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